Os propongo un ejercicio de interiorización. Sí, vamos a imaginar que nos disponemos a sentarnos en un mullido y recio sillón de cuero frente a una chimenea alejada de nuestro lugar de confort unos pocos metros. Mientras crepitan los leños, en la penumbra de nuestra estancia de raigambre y nobles estanterías, nos disponemos a degustar un licor, un vino, (o lo que más os sugiera la situación) con una fecha de manufacturación lo suficientemente alejada en el tiempo como para que inspiremos por la nariz profundamente y expiremos lentamente, sintiendo como el aire acaricia nuestras fosas nasales, esbozando una media sonrisa de satisfacción. Giramos el envase hacia nuestra posición visual con nuestra diestra mano y leemos inclinando la cabeza hacia abajo, una etiqueta; “213”, entre paréntesis “Three little words”.
Hecho esto, nuestra espalda se hunde en el cómodo respaldo y los talones de nuestros pies se acomodan en la acolchada superficie del escabel, para disfrutar del momento, y así dejarnos llevar por los sentidos.
1981 Fue la fecha en la que este disco fue grabado con el fin de publicarlo a través de Warner Brothers Records. La banda, un supergrupo llamado «213» liderado por Jeff Porcaro de Toto, (como nombre más representative, aunque no fue el “alma mater”, como podéis leer más abajo…) Bill Meyers, Guy Thomas, Neil Stubenhaus, Carlos Ríos, Vinnie Colaiuta, Mike Fisher y Dave Boruff grabó este «Three Little Words» en tiempo record y quedó desgraciadamente archivado como una de esas joyas musicales que, tras casi cuatro décadas, Preservation Records, sacó a la luz en el verano de 2019 .
Como creo que las palabras que puedo escribir sobre este disco, sobre sus interioridades sonoras, van a ser secundarias, tratándose de una joya del “Westcoast”, os dejo algún retazo de la historia de este proyecto y disco, de manos de el coproductor y compositor de parte de ello, y precursor, Bill Meyers:
– “En 1981 (después de viajar y grabar con Gino Vannelli), me mudé a Los Ángeles y viajé con Boz Scaggs. Tuve el gran placer de trabajar con un grupo de la banda de Toto que respaldaba a Boz y me sorprendió constantemente la gran batería de Jeff Porcaro. Al mismo tiempo, también estaba trabajando en el estudio como músico de la sección de ritmo, al mismo tiempo que grababa canciones con varios artistas. Durante este período, conocí al cantante / compositor Guy Thomas. Nos sentamos y escribimos varias canciones juntos.
“Parecía fluir fácilmente con Guy. Atraje a algunos de mis compañeros de estudio, Neil Stubenhaus, Vinnie Colaiuta y Carlos Rios ; juntos formamos una banda. Lo llamamos «213» porque en aquel entonces todos vivíamos en ese código de área de Los Ángeles. Cerramos un día de grabación en Smoketree Studios, pero literalmente el día antes de comenzar, Vinnie fue llamado a hacer una gira con Frank Zappa y perdimos a nuestro baterista. Entró Jeff Pocaro, quien gentilmente acordó seguir con nosotros en las primeras cuatro canciones; «Three Little Words», «Oh Me, Oh My», «Under Her Spell» y «Woman».
“Todos éramos músicos de estudio, por lo que no hubo ensayos antes, solo una demostración de piano y gráficos. En esa sesión, tuve un momento que cambió mi comprensión de la música. El material se grabó y mezcló en un corto período de solo unas tres semanas. Estábamos buscando una especie de sonido pop / Westcoast progresivo … un cruce entre Toto, Doobie Bothers y, con suerte, un poco de Steely Dan”.
“Presentamos las primeras cuatro canciones a Warner Bros. y, afortunadamente, Michael Austin escuchó «3 Little Words». Nos dieron $ 10,000 para grabar más canciones y traerles «un éxito más».
“Con Vinnie de vuelta de la gira de Zappa tocando la batería, compusimos cinco canciones más; Mi amigo David Foster escuchó nuestras cosas y se ofreció a coproducir el proyecto conmigo, una vez que hubiéramos firmado”.
“Desafortunadamente, Guy obtuvo éxito con una cancion propia y decidió seguir una carrera en solitario. Entonces, el proyecto quedó inactivo y se disolvió”.
Este es un disco de esos que, si los escuchas en vinilo, completes el círculo de la situación imaginaria propuesta al inicio de estas palabras. A groso modo, canciones como, por ejemplo “Ohio”, crecen según van discurriendo los minutos. Ese climax de teclados, esas melodías a medio tiempo… Por ejemplo “Woman”, con un sonido más “soft funk”, con detalles instrumentals que van desgranándose de forma sutil. Un trabajo percusivo del fallecido Porcaro, que deja clara su impronta. Que por cierto, además de “solo tocar la batería porque él era baterista”, también sabia componer… Y esta es una de las tantas pruebas de ello… (al hilo de unas declaraciones de Lukather sobre “África”, desmintiendo más o menos de forma literal la autoría de Jeff y por ende, defendiéndose así de las batallas legales con su viuda y los herederos del también, diifunto Mike… Algo que no deja muy bien a uno de mis ídolos… Y a su “partner” Paich).
“Oh me, oh my”, tiene ese aroma elegante del Funk bailable que influyó en músicos de la Costa Oeste desde finales de los años 70. Esos coros muy a lo Criss Cross a modo de bridge… Qué decir de otra de esas canciones que se mueve entre los Kansas de esa época y los Toto coetáneos, como es “Couldn’t be happier” .
“Tellin’ her stories”, una de esas canciones que se acercan a la impronta melodica de Michael McDonald, acompañado de teclados casi progresivos y del que quizá fue heredero, en cuanto a producción el mítico “Street Talk”.
Para refutar a Steve, podemos escuchar “Under her spell” para demostrar que el apellido Porcaro era uno de los pilares de Toto.
Sin más:
98% sobre 100. Y 100 sobre 100 a Warrior Records. 😉
Joe Angel L.
Deja una respuesta