En esta, mi primera intervención en VIRIAOR, (y será una de muchas, espero…) “El Boss” me propuso escribir sobre el último trabajo de los británicos TEN. Viri, quizá sin saberlo, (o no..) como dicen en las tierras anglosajonas, “hit the spot” (dio en el clavo).
Si por algo se ha caracterizado la trayectoria de TEN, es por la impronta, el marchamo y la clase de su líder en la composición y en la voz, Gary Hughes; no es un cantante al uso de Hard Rock. Técnicamente, no estamos hablando de un tenor o contratenor (los rangos vocales standard en el Rock o Metal –alto y más y más alto todavía… Hasta el infinito y más allá) sino de un barítono que coquetea con tonos bajos, sin que esto sea un hándicap a la hora de ser admitido por el gran público. Recuerdo que hace años yo estaba probando con una banda local y mientras estaba improvisando melodías sobre sus bases instrumentales, el batería comentó “¡Tío, me recuerdas mucho al cantante de Ten!”. Esta anécdota, describe muy bien la afinidad que puedo tener con Hughes. Otra de las razones por las que la elección es bastante acertada, es el hecho de toparme con un disco que a primera escucha, no se mueve en los clichés habituales, en el que se movería una banda que nació bajo el manto del A.O.R. o el Melodic Rock: Las canciones no se amparan en las manidas letras de amor, no. A este respecto, no tengo nada en contra, pero es refrescante encontrarte con un disco de otra temática, digamos, más mística o épica.
Y tras este preámbulo, vamos al disco, “Illuminati”. Cuando observas la portada, (del mismo artista que realizó la portada de “Gothica”, Stan W. Decker) te encuentras con una de esas cartas de presentación que ya te sitúa en el contexto del disco y te da pistas sobre lo que te vas a encontrar; un trabajo conceptual. Sin que tenga mucho que ver musicalmente, sí me ha recordado al mensaje codificado en la ilustración de “Traces”, (Steve Perry) ubicando distintas canciones del disco en el concepto de la portada.
Tras una intro paisajística, 45 segundos que te trasladan a los terrenos de Darren Wharton, para viajar hacia las nubes celestiales de Neal Morse y acabar ese vuelo de dos minutos, con los timbales que nos anuncian la épica de “Be as you are forever”, un tema que te confirma con las melodías de las guitarras, que se trata de una banda británica por excelencia, apegada a sus raíces históricas.
Un preludio nos sitúa en el campo de batalla, entre nubes de flechas, cargas y caballeros luchando contra paredes de escudos infieles. “Shield wall” nos conduce con coros contundentes hacia el legado histórico que se atribuyen algunas logias masónicas. Musicalmente, ya vamos encontrando el equilibrio que se respira en todo el trabajo, entre melodías, energía y pequeños coqueteos con el Rock Progresivo.
“The Esoteric Ocean”, nos llama con los inquietantes coros mixtos, al camino de La iniciación, del conocimiento prohibido. Una canción con un clímax muy bien expresado y una melodía en estrofa y pre estribillo, que no es previsible a primera escucha. Tensiones musicales en los negociados de los Queensryche más clásicos y un solo muy de la escuela de George Lynch.
Nos acercamos al single elegido como presentación: Trompetas lejanas, mientras que tras la bruma, los acordes eléctricos nos acompañan hasta ver las impresionantes murallas de “Jericho”. Una de las canciones, quizá, con más sonido Progresivo. La sobria voz de Hughes, es elevada por la apoteósica base del estribillo. Un final que nos lleva a los paraísos guitarrísticos del John Sykes de los Blue Murder o Whitesnake.
“Rosetta Stone”, es de esas canciones que se ajustan como un guante a la historia que se quiere contar. Un clímax mistérico, etéreo, que nos adentra más en esos anteriormente citados “paraísos de las seis cuerdas” del maestro Sykes, con esas melodías de Les Paul y pastilla grave. Es de esas canciones que quieres escuchar de nuevo, cómodamente.
Llegamos a los que, según “el nuevo mileniarismo”, dominan el mundo (¿o quizá es una realidad…?); los descendientes de la Orden Illuminati, fundada en la Alemania del siglo XVIII: El poder en la sombra, El Nuevo Orden Mundial… (y lo dejamos aquí, no vaya a ser que demos pábulo a David Icke con sus teorías de reptilianos tipo Diana de “V”…). “Illuminati”, entorno a lo que gira todo el trabajo. El piano de Darrel Treece-Birch, con su toque “progresivo” nos abre la caja de los truenos del muro sonoro de Jhon Halliwell, Steve Grocott y Dann Rosingana (estos últimos son los solistas) a las guitarras enérgicas que intercalan esta canción.
“Heaven and the Holier Than-Thou”, una canción muy “Opera-Rock” con una atmosfera más oscura para ilustrar musicalmente la temática más siniestra del conocimiento oculto.
“Exile” nos va encaminando a las partes finales del disco con una melodía más melancólica en el estribillo, en la línea de los clásicos TEN, pero en el contexto de una canción más dura.
“Mephistopheles” nos hacer viajar al Romanticismo Alemán, para descubrir el mito de Fausto, bajo una contundente base rítmica de Max Yates a la batería y Steve Mckenna al bajo, junto a unas guitarras agresivas, como si del mismo enviado de Satán se tratase.
Y finalmente, después de la tempestad, llega la calma con “Of battles lost and won”. Sin llegar a ser A.O.R., quizá es la canción que más se concilia con ello en parte de las melodías, sobre todo en los estribillos, que me recuerdan algo a las antiguas melodías de Desmond Child. Podríamos considerarlo “la balada del disco”. Muy bien construida y defendida por Gary.
En definitiva, después de la vuelta a la actualidad de TEN con “Gothica” ya marcando un camino algo distinto, este “Illuminati” es un trabajo conceptual en el que se asienta esta línea muy bien trazada entre el equilibrio del Melodic Hard Rock y el Prog, contando historias interesantes con retazos o pinceladas que te sitúan sin excesos ante el paisaje sonoro.
La producción es buena, si bien (y esto ya es cuestión de gustos…) el kit de batería se pierde en un segundo plano bajo los platos, (por ejemplo en “Shield wall” se aprecia muy bien, pero repito, es cuestión de gustos – a mí me gusta más presencia de caja y timbales-) y es una pena, porque el sonido de caja es contundente.
¿Nota? Pues valorando “Illuminati” en su conjunto, lo recomendaría en un 95%. Si buscas algo más que oír canciones sin más, este es de esos discos de los que según lo escuchas y te ubicas en su temática, te van “atrapando”.
95%
Joe Ángel
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